Y me detuve en el espejo y observé a mi corazón llorando, me di valor y empecé a aplaudirlo y a darle ánimo por las tantas mentiras recibidas, tantas cicatrices, tantas palabras de amor incumplidas, tantas lágrimas por un amor que no lo valoró y no lo entendió y observé también las llagas marcadas dentro de mí, coleccioné cada herida, cada palabra llena de mentira tirada al vacío y las colgué como medallas, también tomé las veces que me ahogué en la soledad, los momentos agrios y los guardé en un rinconcito de mí y aunque a veces quieran salir, no lo hicieron más porque ahora me siento mejor, más feliz y orgullosa porque gracias a todo esto ahora soy más fuerte y estoy lista para la siguiente batalla llamada amor.
JUAN CARLOS ARANDA.©
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Imágen de Internet.
Los lazos no siempre son de Sangre.
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