Entendí que hay puntos finales que son el inicio de muchas historias, acepté que en este viaje llamado vida hay personas que solo se quedarán un rato, aprendí a dejar marchar a quien no se quiere quedar, comprendí que hay caminos para todos y que el mundo tiene que girar, entendí que no todas las personas harían por mí lo que yo puedo llegar a hacer por ellas y que algunas podrían llegar a hacerme a mí lo que jamás hubiera hecho yo, acepté que para continuar no se puede mirar atrás, aprendí a colocar dos puntos más al final y hacer que mi historia no se detenga, comprendí que la vida sigue y yo con ella.
A veces se nos olvida que estamos de paso, que esto es solo un rato y que ya hay quien se marchó para no volver, se nos olvida que el hoy es un regalo, que el mañana puede no estar y que el tiempo vuela y no vuelve, no pensamos que hay que estar para ser y ser para estar, que no basta con soñar, que hay que hacer realidad esas pequeñas cosas que hacen que tu vida tenga sentido y valga la pena, se nos olvida que los que se fueron están ahí, al otro lado, esperando y que ojalá hubiesen estado toda la vida junto a ti, pero la vida es así, para que cierres los ojos y aparezca en tu memoria y eso es eterno, soy un guerrero porque tengo el alma inquebrantable e indomable de mi padre y el corazón amoroso y bondadoso de mi madre.
JUAN CARLOS ARANDA._Derechos Reservados de Autor. Imágen de Internet.
Los lazos no siempre son de Sangre.
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