sábado, 3 de febrero de 2018

ADAGIO

Un Adagio es una frase muy corta pero fácil de memorizar, y que contiene y expresa algún elemento de conocimiento o experiencia importante.
Los adagios pueden ser observaciones interesantes, guías, prácticas, o comentarios pesimistas sobre la vida en general o alguno de sus aspectos. Algunos adagios son producto de la sabiduría popular, que intenta resumir alguna verdad básica; este tipo se conoce generalmente como proverbio o refrán. Y si describe una regla general de conducta, se conoce como máxima. 
Los adagios empleados pueden recibir nombres propios y ser llamados "leyes", en una imitación humorística de las leyes físicas, o principios. Algunos adagios, como la Ley de Murphy, son formulados de manera informal y luego reciben un nombre, mientras que otros, como el Principio de Peter, tienen nombres ya desde su misma formulación; se puede argumentar que el segundo tipo no constituye un adagio "verdadero", pero ambos tipos suelen ser difíciles de distinguir.
Adagio es una palabra que puede derivar de dos fuentes etimológicas distintas: del latín adagĭum o del italiano adagio. En el primer caso, el concepto pertenece al terreno de la lingüística y se emplea para nombrar a una expresión concisa que suele tener una enseñanza moral y que resulta fácil de memorizar o aprender.
Un ejemplo de adagio es “Más vale tarde que nunca”. En este caso, la sentencia invita a actuar, aún cuando parezca que la oportunidad ya ha pasado. El adagio propone salir de un estado pasivo para pasar a la acción.

Los adagios son similares a los refranes, las máximas, los proverbios y los aforismos, entre otras clases de expresiones. A nivel general puede decirse que funcionan como una guía ya que sugieren ciertas conductas, a veces apelando al humor o a la ironía.
Cuando adagio proviene de la lengua italiana, su utilización se encuentra en el terreno de la música. La noción alude a un cierto tempo. 
Con respecto al concepto de tempo, esencial para comprender esta acepción del término adagio, se trata de la velocidad a la cual se debe ejecutar una obra musical. También se conoce con el nombre de aire o movimiento y en una partitura es normal encontrar la indicación de esta velocidad al comienzo de la pieza, sobre el pentagrama.

A lo largo de la historia, la forma de señalar el tempo de una obra ha cambiado, ya que el metrónomo (el aparato usado para asistir a los músicos en la ejecución o en la lectura de una pieza a través de una división sonora del tiempo, generalmente con un tic tac similar al de un reloj) no fue adoptado de forma masiva hasta el siglo XIX. Una de dichas formas, precisamente, se apoyaba en la inscripción de una palabra que diera una idea aproximada del carácter o el “estado de ánimo” que el compositor pretendía expresar a cada momento, y entre ellas se encuentran allegro, andante y, por supuesto, adagio.

Con la invención del metrónomo, que tomó varios siglos hasta adoptar el diseño y la funcionalidad que conocemos en la actualidad, fue posible hacer anotaciones mucho más precisas: por ejemplo, cuántas negras deben ser ejecutadas por minuto. Si bien la música no debe ser entendida de una forma mecánica e invariable, sino espontánea y natural, es importante contar con esta información, para saber cómo desean los compositores que reproduzcamos sus creaciones, independientemente de que luego imprimamos nuevos matices en nuestra ejecución.
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