En el teatro de la traición, el traidor ensaya su excusa, una danza de palabras que oculta su vileza, mientras la hipocresía se viste con el manto del agradecimiento, pero su corazón está hueco, sin rastro de gratitud sincera. Entre las sombras de la moralidad perdida, se entretejen los hilos de la mentira y la ingratitud, formando un tapiz oscuro y desgarrado.
El traidor, con su rostro de máscara, justifica sus actos con falsas palabras y argumentos retorcidos, mientras el mal agradecido, con labios embadurnados de engaño, pronuncia palabras vacías de verdad, como hojas marchitas arrastradas por el viento de la deshonra.
En el escenario de la vida, estos personajes desfilan con pasos torcidos, arrastrando cadenas de decepción. Sus acciones desgarran el alma del inocente, dejando cicatrices.
¡Oh, cuán amarga es la verdad detrás de la fachada! La traición y la ingratitud son las sombras que oscurecen el brillo de la humanidad, recordándonos la fragilidad de los lazos que nos unen y la facilidad con la que pueden romperse. En el laberinto de la moralidad, perdidos estamos, buscando la luz que disipe las tinieblas de la traición y la hipocresía.
Texto y Foto de La Web.
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