Cuando lastimas a personas genuinamente amables, es posible que no veas una reacción inmediata. No levantarán la voz, harán acusaciones ni montarán una escena. En cambio, llevarán su dolor en silencio, mostrando la misma calidez y compasión que siempre han tenido.
Pero en el fondo algo ha cambiado. Comenzarán a distanciarse, no con ira sino con una aceptación silenciosa. Poco a poco, crearán espacio, se marcharán sin despedidas dramáticas y sin mirar atrás.
Estas son las personas que te valoraron profundamente, que confiaron en ti sin dudarlo. Cuando esa confianza se rompe, no se hace añicos, sino que se desvanece, dejándoles sin otra opción que proteger su paz.
No dejarán de ser amables ni perderán su carácter amable, pero nunca volverán a verte de la misma manera.
Recuerde, perder un corazón bondadoso es perder algo irremplazable. Apreciadlos mientras podáis, porque una vez que se han ido, realmente se han ido.
Ninguna de las personas de las que me he distanciado hizo más por mí de lo que yo hice por ellas.
Por eso, no pierdo personas, gano paz.
Texto y Foto de la Web
No hay comentarios:
Publicar un comentario